MITOS SOBRE EL TRATAMIENTO PARA TOC
Por: Tania Pérez Duarte, M.S.
Es muy común encontrar muchos mitos alrededor del tratamiento de exposición y prevención de respuesta para el Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). Entre esas creencias erróneas escuchamos lo siguiente:
La terapia de exposición es poco ética
La exposición es cruel, inhumana y parecida a tortura
Los terapeutas deberían de tranquilizar en vez de empeorar la ansiedad del paciente
Las exposiciones tienen que conducirse de una manera que minimice la ansiedad para que sea ético (ej. manejando estrategias de reducción de ansiedad)
La terapia de exposición es intolerable
Los pacientes con ansiedad son frágiles y no pueden tolerar las emociones incómodas que genera la exposición
Los pacientes por lo general se rehúsan a realizar las exposiciones
Minimizar la ansiedad o permitir a los pacientes que usen técnicas de relajación es necesario para que puedan tolerar la exposición
La terapia de exposición es peligrosa
Los pacientes pueden experimentar daño físico o mental durante la exposición. (E.j perder el control, desmayarse)
Las exposiciones hacen que la problemática del paciente empeore
Sabemos que parte fundamental para poder acompañar a alguien con TOC, tanto terapeuta, neuropsiquiatra como familiar y/o amigo es aprender a conocer y aceptar nuestra propia ansiedad o emociones incómodas, y de qué forma nos relacionamos con esas emociones. Es por ello que para lograr tener un tratamiento exitoso, es clave tener una relación adecuada con nuestras propias emociones incómodas.
Mientras que en el caso de los profesionales de salud, el tratamiento fracasa porque realizan conductas de seguridad como tranquilizar al paciente, quitar exposiciones, asignar exposiciones solo como meta semanal (por su cuenta y no dentro del consultorio), retrasar el inicio de la exposición al inicio de la terapia, crear una jerarquía insuficiente, rehusarse a modelar la exposición cuando es necesario, disculparse por el tema o instrucción de la exposición y por los niveles altos de ansiedad, usar técnicas para disminuir la ansiedad antes, durante y después (técnicas de relajación), minimizar la intensidad de la exposición haciéndola más corta o interrumpiendo, terminar la exposición por niveles altos de ansiedad a pesar de que el paciente esté dispuesto a continuar, entre otras.
Desafortunadamente estas creencias negativas sobre la terapia de exposición son muy comunes, inclusive entre terapeutas y psiquiatras. Los profesionales de la salud que ven a la exposición como una técnica poco ética, intolerable y peligrosa son propensos a ofrecer un tratamiento ineficiente. El mantener estas creencias lo único que consigue es reforzar la idea de que la ansiedad es peligrosa y poco tolerable, lo cual está lejos de la realidad, es por esto que las conductas de seguridad mencionadas anteriormente y cualquier otra como las compulsiones, son completamente innecesarias, ya que obstaculizamos un nuevo aprendizaje fundamental: la ansiedad es segura y tolerable.