VALIDACIÓN EMOCIONAL EN NIÑOS
Validación emocional en niños
Todos tenemos diferentes ideas sobre qué son las emociones, si son buenas o malas y cómo “deberíamos” expresarlas. Desafortunadamente, a muchos de nosotros nos han enseñado a hacer todo lo posible para experimentar sólo emociones “positivas” y a evitar a toda costa las emociones “negativas”. Sin embargo, seguramente muchos de nosotros también hemos notado que cuanto más tratamos de escapar de esa emociones, más intensas, más frecuentes y más duraderas se vuelven.
Desde del modelo de la Terapia de Aceptación y Compromiso se plantea que todo tipo de reacciones emocionales son simplemente eso: reacciones emocionales, ni buenas ni malas.
Comunicarnos con nuestros hijos cuando están experimentando alguna emoción incómoda como la ansiedad es difícil. Sobretodo si literalmente están en modo de “lucha o huída”. La respuesta más humana como papás es hacer todo lo posible para detener esa incomodidad, sin embargo, entre más dispuestos estemos a reconocer y sentir nuestras emociones incómodas más fácil será responder a ellas y a validar las de nuestros hijos.
Patricia Zurita (2020) nos sugiere algunos pasos para validar las emociones de nuestros hijos y así apoyarlos a que estén más dispuestos a sentirlas:
Notar la expresión facial de nuestros hijos. ¿Cómo están sus cejas, hacia arriba o hacia abajo? ¿Cómo se ve su frente? ¿Puedes notar el ritmo de su discurso? ¿Es rápido o lento? ¿Puedes notar el tono de su voz? Mientras escuchas a tu hijo, intenta no intervenir o compartir tus pensamientos antes de que termine sus oraciones. ¿Notas el impulso de decirle algo para arreglar esa incomodidad? Respira antes de decirle cualquier cosa (Zurita, 2017).
Apóyalo a nombrar esa emoción “Noto que estás sintiendo ansiedad”.
Es importante recordarles que su cerebro simplemente está haciendo su trabajo y animarlos a decir algo como: “¡Gracias cerebro! ¡gracias sistema nervioso! ¡gracias por tratar de cuidarme y protegerme, pero yo puedo con esto!”
De igual forma podemos proponerles que en lugar de evitar o tratar de escapar de esa emoción incómoda podemos practicar el sentir esas emociones. A través de las siguientes preguntas podemos invitarlos a sentirlas: ¿En qué parte de tu cuerpo sientes la emoción? ¿de qué tamaño es?, ¿qué color tiene?, ¿tiene alguna textura?, ¿se mueve en tu cuerpo?. Al responder a estas preguntas, tu hijo aprenderá a permanecer con esas emociones y hacer espacio para ellas.
Posteriormente puedes animarlo a identificar si puede notar lo que esa emoción le pide que haga, ej. aventar la ropa. Este paso es importante para ayudar a nuestros hijos a distinguir la diferencia entre fusionarse con la emoción y tener la emoción. Fusionarse con la emoción es hacer automáticamente cualquier cosa que la emoción te pida que hagas, y tener la emoción es simplemente reconocer su existencia. “Debe de ser muy difícil, estoy tratando de entender como te sientes para poder estar ahí para ti, ¿Qué tienes ganas de hacer?”
Acompañarlos a comprometerse a una conducta basada en sus valores: “Hacer las cosas que te importan conlleva todo tipo de emociones, algunas de ellas son divertidas como: la felicidad, la curiosidad, la sorpresa, y otras no tanto, como la ansiedad, el miedo o el pánico. Cuanto más dejes que estas emociones sigan su propio curso, menos poder tendrán sobre ti, ¿Qué te gustaría hacer en este momento?” (Zurita, 2020).
Finalmente, recordemos que experimentar emociones incómodas no es fácil, y no tiene que gustarnos, pero en lugar de luchar contra ellas, podemos dejarlas estar y practicar pasar el rato con ellas mientras seguimos haciendo lo que es importante para nosotros.
Bibliografía:
Patricia Zurita. (2020). The ACT Workbook for teens with OCD. Philadelphia, USA.: JKP
Patricia Zurita . (2017). Parenting a troubled teen. Oakland, CA.: New Harbinger Publications, Inc.